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miércoles, 17 de enero de 2024

ERES QUIEN ERES, NO QUIEN TE QUIEREN HACER CREER QUE ERES

 Un día, paseando, un granjero se encontró un huevo de águila y lo llevó a su corral de gallinas. Lo colocó en el nido de una gallina de corral.

El aguilucho fue incubado y creció con la nidada de pollos. Y, aunque era un águila real, vivió así… como si fuera una gallina más del corral:

Durante este tiempo, el águila hizo lo mismo que hacían los pollos, pensando que era un pollo.

Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos para comer, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos y gallinas.

Después de todo, ¿No es así como había de volar un polluelo?

En la granja recibió calor y cariño… y aprendió muchas cosas:

1º) Aprendió de los pollos y gallinas… que son muy quejosas… a quejarse; pero no le gustó. Quién va por la vida así, ha de resultar insoportable de aguantar. No, no quiso adoptar esa manera de ser.

2º) Aprendió del gallo a actuar como un ser tirano, celoso y altanero… pero tampoco le gustó. Mejor olvidarlo.

3º) Quiso aprender del cerdo… pero le pareció demasiado sucio y desordenado. Pensó que había que cuidar más la imagen a dar…

4º) Luego se fijó en el burro, a ver si podía aprender algo de él, pero le pareció muy indeciso y demasiado terco. Así, seguro que se le escaparían muchas oportunidades en la vida.

5º) También quiso aprender de la vaca… pero no le gustó su forma de estar en la vida, siempre indiferente a la realidad que le rodeara, como pensando siempre que el otro prado que anda más allá parece más verde… ¿Cómo poder ser feliz creyendo siempre que lo mejor está lejos, como al otro lado…?

6º) De los loros empezó a aprender a decir cosas… pero llegó a la conclusión de que son demasiado chismosos. Y haciendo lo que ellos, al señalar a alguien con su dedo, para acusarle, observó que siempre había tres dedos de su mano que le señalaban a él…

7º) Miró al buitre, pero enseguida le desagradó su manera ventajera de estar en la vida, siempre tan carroñero, queriéndose aprovechar de los descuidos ajenos… ¡Qué mezquindad!. No, él no quería ser así.

8º) Luego le llamó la atención un pavo que conoció: sacando pecho, pero siempre cauteloso y como cuestionándolo todo… ¿Qué rollo, no?

El quería hacer en la vida algo diferente… ¿por qué no algo importante?

Un día el aguilucho divisó muy por encima de él, en el limpio cielo, a una magnífica ave que volaba, elegante y majestuosamente, por entre las corrientes de aire, como flotando entre las nubes del cielo, moviendo apenas sus poderosas alas doradas…

La cría de águila la miraba asombrada hacia arriba… ¡le parecía algo tan espléndido aquello de volar…!

Y preguntó a una gallina que estaba junto a ella:

– ¿Qué es?

– Es el águila, el rey de las aves, respondió la gallina.

– ¡Qué belleza! ¡Cómo me gustaría a mí volar así…!

– No pienses en ello, le dijo la gallina. Añadiendo: Tú y yo somos diferentes de ella.

 De manera que el águila no volvió a pensar en ello. Y siguió creyendo que era una gallina de corral.

Un día una pareja de ecologistas visitó al granjero, y al ver a los animales de la granja descubrieron entre las gallinas al aguilucho:

– Tienes un águila entre las gallinas, le dijo la licenciada en Ecología al granjero.
– Si, respondió éste, pero es como si fuese una gallina, come, vive como una gallina, apenas sabe volar.

 Dice ECLESIASTÉS 10: 7 : "Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra. … he visto sirvientes cabalgar como príncipes, ¡y príncipes andar a pie como si fueran sirvientes!"

 Como hijos de Dios, redimidos por Cristo, no solo hemos pasado de muerte a vida, sino que hemos cambiado de reino. Ahora somos ciudadanos del reino de los cielos, y además, hijos del rey, adoptados mediante la obra de Cristo.

 Es cierto que vivimos en el gallinero de este mundo, pero, en cuanto tomamos conciencia de la posición que nos ha sido dada en Cristo, estamos listos para remontar vuelo y vivir acorde a nuestra real identidad.

 SOMOS PRÍNCIPES HIJOS DEL REY.

Dejamos de ser gallinas quejosas – Sabemos que nuestro Padre sabe de que cosas tenemos necesidad; podemos pedirle todo cuanto necesitamos, él proveerá. 

-        Dejamos de ser gallos altaneros, creyéndonos mejor que otros, creyendo que podemos tratar mal a otros.

-        Dejamos de ser burros indecisos, de doble ánimo, inconstantes en nuestros caminos y tercos creyendo que nuestro punto de vista es el que vale.

-      Dejamos de ser vacas que anhelan una vida diferente y aprendemos a valorar lo que tenemos.

-        Dejamos de ser loros chismosos y acusadores, siempre mirando para descubrir errores en los otros.

-        Dejamos de ser buitres aprovechadores de la bondad ajena o pavos cuestionadores de cada cosa…

-        Nos damos cuenta de que algo, dentro nuestro, clama por expresarse. Por volar más alto. Es nuestra identidad real, la naturaleza nueva que Dios nos ha dado, que ya no se conforma con vivir como el resto de las personas. En la serie "The Crown" vemos que Isabel asumió su llamado muy joven. Fue educada para ser reina de un país. Como tal, sabía que ciertas cosas comunes a todas las jovencitas, no convenían a su llamado. Y debía asumir el papel que le correspondía. Fue educada para vivir y servir a LA CORONA. La corona era más importante que su propia persona. (Instruye al niño…)

-        Como PRINCIPES,  hijos del rey de reyes, tenemos que asumir nuestro llamado. Vivir conforme a los requisitos expresados en la Palabra de Dios. Seremos reyes y sacerdotes, reinaremos sobre la tierra; somos embajadores ante el mundo, en nombre de Cristo. Nuestra posición en Cristo determina nuestro comportamiento en la Tierra. Vivamos con dignidad real. (No significa creernos más que los demás, sino comportarnos sabiendo quienes somos en Cristo y cuál es nuestro destino glorioso).

-        Jesús pudo decir “Padre perdónalos” porque sabía bien quien era él y quien su Padre.

-        Como Príncipes, la CORONA es lo primero: el Reino de Dios. Vivimos x el Reino. Vivimos para el Reino. El interés supremo de la vida es el avance del Reino, y la gloria del Rey.

-        Nuestra situación económica no define quienes somos. Nuestros títulos académicos tampoco. El lugar donde vivimos, tampoco.

-        DIOS DEFINE quienes somos:

o   Sus hijos amados

o   Sus hijos a quienes conoce por nombre y sabe de qué cosas tienen necesidad. (No hay lugar para la desesperación)

o   Sus hijos que no se afanan por las cosas de este mundo, sino se deleitan en su presencia.

o   Sus hijos, a quienes entiende, consuela, y provee de fortaleza.

o   Sus hijos, que descubren los regalos recibidos y los ponen al servicio del Cuerpo.

o   Sus hijos, que renuevan su mente día a día, conforme a su Palabra y viven de acuerdo a ella.

o   Sus hijos, que pueden elevarse sobre toda circunstancia, porque saben que Dios los lleva en sus brazos para atravesar cualquier río de dificultad.

o   Sus hijos, que entiende que es necesario menguar para que Cristo crezca y se manifieste a través de ellos a un mundo necesitado.

-        Somos más que águilas. Somos hijos del Rey. No debemos luchar para serlo.  Clamemos que sean abiertos nuestros ojos, para ver y vivir de acuerdo a este llamado supremo. Las cosas de este mundo no deben llevarse nuestro interés, ni nuestra salud.

-   Descanso y paz ya los tenemos. Sustento y abrigo también. No cometamos el error del hermano mayor de la parábola. 
Disfrutemos cada día de lo que nos ha sido dado ya, en Cristo.

-        Tenemos la autoridad real que nos ha sido dada por el Señor para dominar en la esfera espiritual donde nos toque desempeñarnos. El mundo está bajo el maligno, nosotros, bajo la autoridad del rey.

-        Honremos a Dios agradándole en todo. Y vivamos este 2024 en esa vida abundante que Cristo YA nos entregó.

H.M.G.

viernes, 1 de diciembre de 2023

INVERSIONES SABIAS

En estos tiempos, tal vez más que en tiempos pasados, hay una pasión por acumular. Acumulamos dinero, acumulamos objetos, acumulamos vestimenta y calzado. Y también acumulamos títulos. Es notable el despliegue de ofertas educativas de todos los niveles y colores que encontramos por ahí.


Cursos cortos, carreras largas, títulos intermedios... Me pregunto: ¿Qué mueve a las personas a querer capacitarse, generando tal cantidad de opciones?

¿Es acaso el deseo de conocer más, de ser más instruidos, de acrecentar el acerbo cultural?

¿Es la forma de desarrollar una vocación o cumplir sueños?

¿O es simplemente, el medio para conseguir un trabajo para vivir, o un ascenso para vivir mejor?

No digo que esté mal. Pero, en una reflexión personal, me permito pensar... ¿Cuánto del tiempo y el esfuerzo de los hijos de Dios está enfocado en capacitarnos, no ya en una carrera o profesión que nos permita vivir, sino en aquellas propuestas que nos permitan desarrollar los dones y ejercer el ministerio dado por el Señor? ¿Qué conciencia tenemos los hijos de Dios acerca de la eternidad? ¿Cuántos pensamos que esta vida es apenas el comienzo de lo que será toda una eternidad, cara a cara con nuestro Señor?

Si bien es cierto que la Palabra dice claramente: "El que no trabaja, tampoco coma"; si bien es cierto que para conseguir un buen trabajo el estudio es necesario, si bien es cierto que para ser sal y luz y permear nuestra sociedad con la vida de Cristo, debemos estar preparados para acceder a cada esfera... también es cierto que la obra de Dios debe ser llevada a cabo con sabiduría, con entendimiento, con idoneidad... y, obviamente, con el poder de Dios obrando poderosamente en nosotros. Sabiendo que el fruto es de valor eterno.

Jesús dijo: "No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Mas bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón". (Mateo 6: 19 - 21)

Pero, me sigo preguntando... ¿Será que en algunos de nosotros la vista se ha nublado, impidiéndonos ver más allá de esta vida? ¿Por qué nuestros esfuerzos se centran en las cosas de esta tierra? O, en el mejor de los casos… ¿Por qué creemos que sólo con la buena voluntad impactaremos a esta sociedad?

Pensemos juntos... Si para ejercer profesionalmente una persona debe capacitarse, más allá de sus condiciones naturales... ¿Es menos relevante servir al Rey de reyes y Señor de señores?

¿En dónde estamos acumulando tesoros?

¿Será que en el afán de labrarnos una posición en la tierra estamos olvidando que tenemos un llamado muy superior?

¿Dónde está nuestro corazón? ¿Cuáles son las cosas que más nos importan?

Cuando el Estado ha olvidado que Dios es "fuente de toda razón y justicia".

Cuando las familias han olvidado su rol de formadoras de vidas.

Cuando los niños están expuestos a abandonos, a abusos de todo tipo, a temores y dolores, la Iglesia del Señor es la que tiene en sus manos la oportunidad de comenzar a revertir estas situaciones y generar esperanza de vida.

¿Cómo lo hará, sino a través del ministerio que ejerzan los hijos del Reino, cada uno conforme a su llamamiento?

Ahora es el tiempo. Hoy es el día.

Hay un ministerio escondido.

No brilla. No reporta ganancia financiera. No catapulta a la fama.

No al menos en este tiempo terrestre.

Pero da dividendos eternos.

Y cambia el presente y el futuro.

Cambia vidas. Cambia familias.

Y tiene todas las posibilidades de generar una sociedad diferente.

Me refiero al ministerio de la enseñanza de la Palabra de Dios. No como alimento intelectual, sino como manual de vida. Para grandes, y para chicos.

Sería impensable que alguien que no sabe tocar un instrumento musical fuese designado para ministrar en la alabanza ejecutando música. ¿Verdad? Y me sigo preguntando… ¿Qué sucede a la hora de designar maestros de Escuela Bíblica, o Escuela Dominical, o Encuentros en las casas, Horas Felices o como queramos llamarlos? ¿Se puede trabajar efectivamente con niños, preadolescentes, adolescentes, jóvenes... y aún adultos, sin tener conocimiento de la manera en que una persona aprende, e incorpora a su vida las verdades eternas?

¿Qué nos hace pensar que nuestro Dios aceptará con agrado un servicio, a veces negligente, hecho con el mínimo esfuerzo y de manera rutinaria? O tal vez, un servicio hecho con todo el corazón y genuino amor a Dios y a las personas, pero con desconocimiento de los procesos pedagógicos necesarios para que la buena semilla caiga en buena tierra y de buenos frutos.

Y es que el amor a Dios debe ser expresado con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente (Mt. 22: 37) Nuestra mente debe estar dispuesta, para recibir la información. Y nuestro espíritu debe estar sumiso al Señor. Por eso, debemos tomar conciencia de la necesidad de entrenarnos y desarrollar las habilidades y conocimientos tocantes a cada ministerio.

Todo lo que hacemos en nuestras fuerzas, y para nuestro provecho personal, dará algún fruto en esta tierra. Pero todo lo que hagamos EN CRISTO trasciende este tiempo y entra en la eternidad. Porque Su reino es reino eterno. Y Su señorío, es de generación en generación.

¿Estudiar y ejercer carreras y profesiones para esta tierra? Desde luego que sí.

Pero la prioridad del Padre es proveerse de un pueblo que le ame, que le adore, que le sirva. Un pueblo que sea enseñado con sabiduría, que conozca la Palabra de Dios, y, sobre todo, al Dios de la Palabra. Un pueblo que manifieste en todo lugar el olor de su conocimiento (2ª Corintios 2:14). Y para esto, Él ha dado a su iglesia, entre otros regalos, maestros. Y hoy Dios está buscando maestros dispuestos. Maestros que le conozcan, que conozcan Su Palabra y que la transmitan y enseñen con gracia y verdad. Él sabe

que están; Él mismo los ha colocado en Su cuerpo. Pero busca a aquellos que decidan dedicarse con todo su ser a esta preciosa tarea. Y eso incluye la vivencia espiritual, la decisión de enseñar cada día mejor, la decisión de capacitarse más y más.

Ahora, me permito preguntarte: ¿Has sido llamado a edificar el cuerpo de Cristo de esta manera? Si es así, querido hermano, te animo a poner manos a la obra y avanzar en el poder del Espíritu edificando en el Reino de Dios. Tú y yo. Hagámoslo con sabiduría, inteligencia y diligencia. Para que cuando Él regrese, podamos salirle al encuentro con manos llenas de buen fruto, y no tengamos que alejarnos avergonzados.

H. Mónica Garbarini

Capacitación y Comodidad comienzan con C

Si buscas una razón... te damos tres: