sábado, 23 de marzo de 2024

LOS ÚLTIMOS MINUTOS


- No veo cómo sacudirlos para que presten atención. Ya se saben todas las historias y no hacen más que hablar.

- Los míos atienden, participan, pero, luego vuelven a sus casas y se olvidan de todo lo que hablamos.

- Tenemos este material que nos donaron… Fíjense si pueden usarlo en sus clases.

Con un suspiro de resignación Alberto entregó algunos sobres gastados a los maestros.

Con poco interés los maestros los tomaron, dejándolos displicentemente a un lado.

Corría la primera semana de marzo, de un año similar a tantos otros que habían ya pasado. Con la triste expectativa de ver cómo, año a año, se incrementaba la deserción de los alumnos, y cómo las estrategias para mantener interesados a los niños en la Escuela Bíblica resultaban cada vez más ineficaces.

Alberto miró a su reducido plantel: solo dos de los maestros permanecían fieles desde hacía más de cuatro años. Era imperativo conseguir a alguien para la clase de Pre- escolares, sin contar con que el grupo de los Pre-adolescentes estaba en riesgo de no tener un líder para el año en curso.

¿Tiene sentido seguir manteniendo una estructura que no nos lleva a ninguna parte?- volvió a preguntarse para sus adentros.

                                                                     * * * * * *

En el otro extremo de la ciudad, casi al mismo tiempo, Nadia y Mariel estaban en medio de una eufórica reunión. El aire estaba cruzado de voces alegres que compartían ideas, imponiéndose unas sobre otras, dificultando el entendimiento de alguna idea medianamente coherente. Finalmente, con unas fuertes palmadas, acompañadas de una carcajada, Nadia logró llamar la atención del grupo, que se fue silenciando poco a poco.

- Gracias- comenzó Nadia con voz clara – Lo mejor será separarnos por edades, así cada grupo define cómo va a ocupar el tiempo. Recuerden que son dos horas que tienen que llenar. Una hora para la historia bíblica y la manualidad; el resto, sean creativos; los chicos tiene que disfrutar ese tiempo.

Con bastante ruido de reacomodamiento de sillas, las casi treinta personas presentes se distribuyeron según la consigna, listas para empezar a trabajar en lo que sería un nuevo año de la actividad infantil.

                                                                          * * * * *

¿Acaso alguna de estas realidades describe la tuya?

Lo cierto es que estamos a las puertas de un nuevo ciclo escolar. Y nuestras iglesias no escapan a la realidad de que “hay que pensar en algo para los niños.” Tanto el grupo de Alberto como el de Nadia y Mariel han tomado conciencia de que es necesario planificar estas actividades. Y, aunque los veamos tan diferentes el uno del otro, ambos tienen algo en común.

Ambos están prestando atención a lo que harán durante el año, sin haber pasado antes por la consideración de lo que quisieran ver logrado al finalizar el año. Es decir, se han dedicado a responder la pregunta “¿Qué haremos?” antes de siquiera plantearse “¿Para qué lo haremos?”

¿Para qué nos juntamos con los chicos semanalmente? Esa es una buena pregunta para comenzar a direccionar la enseñanza de la Palabra de Dios.

Porque no se trata solamente de contar historias de la Biblia o hacer memorizar algunos versículos. Se trata de permitir que la Palabra sea “martillo que quebranta” (Jeremías 23.29), “lámpara que ilumina” (Salmo 119.105), espejo que refleja (Santiago 1.25), lavacro que purifica (Efesios 5.26).

Se trata de que una nueva generación, esta que tenemos entre manos ahora, revalorice la Palabra de Dios como guía para la vida, y crezca en el temor reverente del Señor, eligiéndolo a Él por sobre las demás atracciones que le presenta el “presente siglo malo” (Gálatas 1.4).

Todo un desafío.

Un desafío que nos lleva a dejar de lado las herramientas que hemos adquirido en nuestro andar, y a ir humildemente a los pies del Señor. A buscar su rostro. A pedir dirección. Porque son tiempos de confrontación espiritual en los que ya no podemos aspirar a entretener a los niños o a darles un mero conocimiento intelectual.

Estamos en tiempos de urgencia. La alerta roja ha sonado. Ya no solo debemos hoy hablar acerca de la importancia de que los niños sean salvos, sino que debemos abrirnos paso por en medio de una densa nube que los ha envuelto, y está cauterizando sus sentidos.

¿Cómo pueden unas figuras de franelógrafo competir con el bombardeo visual que reciben durante horas cada día?

¿Cómo podemos atrapar su atención hablando de realidades bíblicas tan ajenas a la cultura de hoy?

¿Cómo pretendemos que cambie su manera de actuar, sin preocuparnos antes porque cambie su manera de ser?

Al inicio de un nuevo año de labor, un año que podría ser el último, antes de ver a Jesús cara a cara, vale recordar dos aspectos fundamentales de nuestra tarea:

1) PLANIFICAR, NO IMPROVISAR. Respondiendo a nuestra anterior pregunta, digamos que enseñamos para lograr cambios definitivos en la vida de nuestros alumnos. Para esto, ayudará tener una acertada visión del punto en que se encuentran los niños, en cada área de su vida, atendiendo especialmente a su desarrollo espiritual, y, partiendo de allí, definir en oración un cambio trascendente que deba realizar. Puede ser, a título de ejemplo, “enfrentar las situaciones con la verdad”; “permitir que el fruto del Espíritu Santo se desarrolle en su vida”; o “profundizar su relación cotidiana con Dios”. Cada uno de estos ítems se podrá trabajar en un trimestre, con diferentes lecciones, de diferentes maneras, de modo que la enseñanza se grabe a fondo en los corazones y produzca los resultados deseados.

2) INSPIRAR SIENDO MODELOS. Este mundo está cansado de palabras. Y, como el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder (1 Corintios 4.20), las vidas de nuestros alumnos serán impactadas por maestros que encarnen la enseñanza. Porque la sociedad del S. XXI no necesita buenos predicadores, ni nuestros alumnos necesitan especialistas teóricos en Educación. Como maestros, necesitamos dejar que el Señor nos limpie, renunciar a todo aquello que ocupa su lugar en nuestras vidas y dejar cada día que su Santo Espíritu nos llene, produciendo en nosotros el carácter de Jesús, llenándonos de poder para transmitir su Palabra de modo tal que toque y transforme vidas.

¡Ese es el Gran Desafío para los últimos minutos de la última hora, antes de Su venida!

El camino de la obra lo comienza cada uno delante del Señor de la obra.

En el reloj de Dios la aguja ha avanzado unos segundos más… Aún estamos a tiempo.

lunes, 19 de febrero de 2024

NO LLENES TARROS

          Podría decirse que fue un sueño.

Estaban ahí, en fila, uno al lado del otro. Los tarros de vidrio. Uno a uno los fui destapando y llenando. Había comprado tres kilos de harina, y la fui repartiendo hasta llenar el total. ¡Misión  cumplida! Pero… ¿Qué sucede?

Repentinamente, hallo que no puedo tapar los tarros… ¡Cada uno de ellos tiene el rostro de mis alumnos de la Escuela Bíblica…! El sueño se está transformando en una pesadilla. Y como la mejor manera de terminar con una pesadilla es despertarse, así lo hago. Me levanto, preparo una taza de té caliente… Pero los rostros no me dan paz.

Tarros llenos de harina. La harina es materia prima de muchos alimentos, pero, en el tarro no sirve para nada. A los tarros no les sirve para nada.

 

Un pensamiento me atraviesa, más veloz que un rayo: “Mis alumnos no son tarros para llenar con la Palabra de Dios”. Mis alumnos son personas. Individualidades complejas, con diferentes realidades y necesidades. La Palabra de Dios es el alimento para el espíritu, pero debe ser preparado cuidadosamente, y, a la manera del mejor nutricionista, debo saber cómo aplicarla a cada uno de ellos.

 Sabemos que el aprendizaje no es la mera recepción de un conocimiento. El aprendizaje ocurre cuando el alumno toma conciencia de una conducta que debe modificar, indaga y descubre el camino para hacerlo, decide hacerlo, y comienza a dar los pasos necesarios para lograrlo. El aprendizaje se da cuando el alumno es activo participante del proceso. De lo contrario, solo tendremos delante nuestro cuerpos físicos que por una hora se sientan callados y nos miran ausentes, mientras las mentes divagan en otras esferas y el espíritu duerme al ritmo de una canción de cuna llamada “lección”.

 En estos tiempos que atravesamos, tiempos descriptos por Pablo como “los postreros días en que vendrán tiempos peligrosos” (2 Timoteo 3.1) necesitamos conocer a Dios más íntimamente, afirmarnos en su Palabra y ser modelos vivientes para las nuevas generaciones. Cada momento de la clase es una oportunidad única para poner a los niños, preadolescentes y todo alumno en general, en contacto con desafíos de parte de Dios. Desafíos a crecer, a poseer, a tomar, pero también a dejar todo aquellos que estorba en el camino del desarrollo del cristiano.

 Ahora bien. Como maestros debemos tener en claro qué finalidad perseguimos al dar la clase. No se trata solamente de cumplir con la porción asignada para el día. Se trata de que la Palabra de Dios, alumbrada por el Espíritu Santo, toque las vidas, llegue con respuestas a interrogantes vitales y señale claramente el camino a seguir.

 Desde ya que esta tarea es imposible de realizar por el ser humano. Por eso, es bueno recordar que, por la exclusiva gracia de Dios, es él quien ha elegido hacernos sus colaboradores. (1ª Corintios 3.9) Él es quien ve las necesidades escondidas, el que puede llegar a conmover lo más profundo del espíritu y producir respuestas de fe y obediencia. Nosotros tenemos la responsabilidad de saber cual es la verdad bíblica que debemos transmitir a los alumnos, y hallar las maneras más efectivas para hacerlo.

 Partiendo del interés real de los alumnos podemos lograr interesarles en aquello que entendemos deben aprender. Y para eso, debemos atrevernos a “romper el molde”. Videos, modelados con masas varias, expresión corporal, dramatizaciones o debates, preguntas y respuestas, estudios bíblicos interactivos. La Biblia es el libro para hoy. Y debemos ayudar a nuestros alumnos a familiarizarse con él, a pensar que es como el “mensaje de texto” que  Dios nos envía, para que nos sirva aquí y ahora.

 A tal fin, es importante que el maestro esté enterado de la realidad que vive su alumno; de sus luchas, problemas y alegrías. También es necesario que esté actualizado en cuanto a las cosas que interesan a sus alumnos, sean canciones de moda, artistas, deportes, deportistas, películas, videojuegos y programas de televisión, entre otros. Porque es necesario establecer un nexo, un punto de contacto, desde la realidad que vive el alumno hasta la verdad bíblica que le vamos a transmitir.

 Tengamos presente que lo importante no es llenarlos de conocimientos bíblicos, sino llevarles a descubrir en la Biblia aquello que Dios le quiere decir.

 Un recurso interesante para trabajar con preadolescentes,  es llevar a la clase la letra de una canción de moda, que a ellos les guste, (previamente analizada por el maestro, y sabiendo qué espera lograr con esa clase). Se les pide que tomen una copia cada dos, o tres alumnos, y que resuman en una oración el mensaje central. (Puede también pasárseles el videoclip, lo cual permitirá añadir el análisis de la imagen).

Además se les puede pedir que:

-        Subrayen la frase que más les impacte.

-        Expliquen por qué les gusta.

-        Infieran si el mensaje de la canción está de acuerdo con la palabra de Dios o no.

Seguidamente, se les pueden repartir citas de versículos bíblicos que den el punto de vista del Señor acerca del tema de esa canción. Luego de leer los versículos, se comentan las conclusiones y se buscan maneras de aplicar las conclusiones bíblicas a la vida, según el objetivo seleccionado por el maestro.

 Otra manera reenfocar las clases bíblicas consiste en dejar que los mismos alumnos propongan los temas que les interesa tratar. Puede habilitarse un buzón donde el día indicado depositarán sus sugerencias. De acuerdo a las mismas, el maestro evaluará el mejor modo de abordarlos. Posiblemente algunos de ellos se puedan incorporar dentro del programa de clases, por tener alguna relación con la enseñanza de los pasajes asignados. Tal vez otros ameriten un día especial para desarrollarlos, pudiéndose aun pensar en un tiempo fuera del ordinario de la Escuela Bíblica. Tengamos en cuenta que los chicos de hoy están llenos de preguntas y rodeados de influencias que nada tienen que ver con el proyecto del Señor para sus vidas. Necesitan ser escuchados y orientados.

 Por eso es también importante el uso inteligente de preguntas que les hagan pensar, reflexionar acerca de las causas y consecuencias de determinadas acciones. En la Biblia tenemos muchos personajes que han sido héroes, pero también han tenido experiencias oscuras. Estas últimas también son válidas a la hora de confrontarnos con aquellas cosas que Dios quiere tratar en nuestras vidas.

 El ejemplo de Sansón, elegido por Dios, pero decidiendo vivir a su manera, se presta a identificar situaciones reales en cuanto a la elección de amigos, elección de pareja, en cuanto a tener en poco a la palabra de Dios… Preguntas tales como: “¿En qué creen que Sansón se equivocó?”, “¿Qué hubieran hecho ustedes en lugar de él?”, “¿A alguno le ha pasado esto de dejarse llevar por amigos que no quieren saber nada de Dios? ¿Podrían contarnos qué pasó o cómo se sintieron?”, hacen que el alumno acorte la distancia con los personajes de la Biblia y se involucre personalmente.

 Los collages como expresión artística, o murales, o composiciones usando figuras diferentes también ayudan a que el alumno transfiera su manera de interpretar la realidad, o un evento bíblico o una conclusión al finalizar el tiempo de clase. Desde luego que la consigna para el trabajo debe darse claramente, especificando qué es lo que se debe expresar. Para retomar el tema anterior, si la clase sobre Sansón y Dalila hubiera tenido como objetivo “Que mis alumnos resistan la presión de los inconversos para desviarlos de la voluntad de Dios”, podríamos pedirles que hagan un fotomontaje, usando recortes de revistas, reflejando lo que ellos harían cuando venga esa tentación.

Esta actividad no es simplemente una muestra de talento, sino que apunta a llevarles a explorar sus creencias, convicciones y ayuda a la toma de decisiones.

 En este tiempo los niños y jovencitos están siendo enseñados a tomar sus decisiones propias, aún desde temprana edad. A elegir lo que quieren y no quieren. El tiempo en que el adulto decía al niño lo que debía hacer quedó atrás. Y, sin entrar a discutir lo bueno o malo de este cambio, debemos ser sabios, y aprovecharlo para la gloria de nuestro Dios. La responsabilidad es grande, y el trabajo, también.

 Es en las clases bíblicas que los niños deben tener la oportunidad de comparar el estilo de vida de este mundo, y el que Dios ha marcado para sus hijos. Es en las clases bíblicas donde muchos de ellos tomarán la decisión de seguir la corriente de este mundo o a Cristo.  Debemos ser claros y contundentes: no se puede servir a dos señores. Nuestra tarea será mostrarles las bendiciones que tenemos como hijos de Dios, los derechos de los que disfrutamos, la herencia que esperamos. El poder que nos ha sido dado, la misión que nos ha sido delegada. Y el camino a seguir, siempre de la mano del Señor Jesucristo, pues él mismo es el camino, y la verdad y la vida.

 
Cuanto más real sea esto en nuestras vidas, mejor lo podremos transmitir en las clases.

Y cuanto más apliquemos las técnicas de enseñanza como vehículos para llegar al fin determinado, más estaremos contribuyendo a formar un pueblo que ame y espere a su Señor con absoluta convicción personal.

 H. Mónica Garbarini

miércoles, 17 de enero de 2024

ERES QUIEN ERES, NO QUIEN TE QUIEREN HACER CREER QUE ERES

 Un día, paseando, un granjero se encontró un huevo de águila y lo llevó a su corral de gallinas. Lo colocó en el nido de una gallina de corral.

El aguilucho fue incubado y creció con la nidada de pollos. Y, aunque era un águila real, vivió así… como si fuera una gallina más del corral:

Durante este tiempo, el águila hizo lo mismo que hacían los pollos, pensando que era un pollo.

Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos para comer, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos y gallinas.

Después de todo, ¿No es así como había de volar un polluelo?

En la granja recibió calor y cariño… y aprendió muchas cosas:

1º) Aprendió de los pollos y gallinas… que son muy quejosas… a quejarse; pero no le gustó. Quién va por la vida así, ha de resultar insoportable de aguantar. No, no quiso adoptar esa manera de ser.

2º) Aprendió del gallo a actuar como un ser tirano, celoso y altanero… pero tampoco le gustó. Mejor olvidarlo.

3º) Quiso aprender del cerdo… pero le pareció demasiado sucio y desordenado. Pensó que había que cuidar más la imagen a dar…

4º) Luego se fijó en el burro, a ver si podía aprender algo de él, pero le pareció muy indeciso y demasiado terco. Así, seguro que se le escaparían muchas oportunidades en la vida.

5º) También quiso aprender de la vaca… pero no le gustó su forma de estar en la vida, siempre indiferente a la realidad que le rodeara, como pensando siempre que el otro prado que anda más allá parece más verde… ¿Cómo poder ser feliz creyendo siempre que lo mejor está lejos, como al otro lado…?

6º) De los loros empezó a aprender a decir cosas… pero llegó a la conclusión de que son demasiado chismosos. Y haciendo lo que ellos, al señalar a alguien con su dedo, para acusarle, observó que siempre había tres dedos de su mano que le señalaban a él…

7º) Miró al buitre, pero enseguida le desagradó su manera ventajera de estar en la vida, siempre tan carroñero, queriéndose aprovechar de los descuidos ajenos… ¡Qué mezquindad!. No, él no quería ser así.

8º) Luego le llamó la atención un pavo que conoció: sacando pecho, pero siempre cauteloso y como cuestionándolo todo… ¿Qué rollo, no?

El quería hacer en la vida algo diferente… ¿por qué no algo importante?

Un día el aguilucho divisó muy por encima de él, en el limpio cielo, a una magnífica ave que volaba, elegante y majestuosamente, por entre las corrientes de aire, como flotando entre las nubes del cielo, moviendo apenas sus poderosas alas doradas…

La cría de águila la miraba asombrada hacia arriba… ¡le parecía algo tan espléndido aquello de volar…!

Y preguntó a una gallina que estaba junto a ella:

– ¿Qué es?

– Es el águila, el rey de las aves, respondió la gallina.

– ¡Qué belleza! ¡Cómo me gustaría a mí volar así…!

– No pienses en ello, le dijo la gallina. Añadiendo: Tú y yo somos diferentes de ella.

 De manera que el águila no volvió a pensar en ello. Y siguió creyendo que era una gallina de corral.

Un día una pareja de ecologistas visitó al granjero, y al ver a los animales de la granja descubrieron entre las gallinas al aguilucho:

– Tienes un águila entre las gallinas, le dijo la licenciada en Ecología al granjero.
– Si, respondió éste, pero es como si fuese una gallina, come, vive como una gallina, apenas sabe volar.

 Dice ECLESIASTÉS 10: 7 : "Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra. … he visto sirvientes cabalgar como príncipes, ¡y príncipes andar a pie como si fueran sirvientes!"

 Como hijos de Dios, redimidos por Cristo, no solo hemos pasado de muerte a vida, sino que hemos cambiado de reino. Ahora somos ciudadanos del reino de los cielos, y además, hijos del rey, adoptados mediante la obra de Cristo.

 Es cierto que vivimos en el gallinero de este mundo, pero, en cuanto tomamos conciencia de la posición que nos ha sido dada en Cristo, estamos listos para remontar vuelo y vivir acorde a nuestra real identidad.

 SOMOS PRÍNCIPES HIJOS DEL REY.

Dejamos de ser gallinas quejosas – Sabemos que nuestro Padre sabe de que cosas tenemos necesidad; podemos pedirle todo cuanto necesitamos, él proveerá. 

-        Dejamos de ser gallos altaneros, creyéndonos mejor que otros, creyendo que podemos tratar mal a otros.

-        Dejamos de ser burros indecisos, de doble ánimo, inconstantes en nuestros caminos y tercos creyendo que nuestro punto de vista es el que vale.

-      Dejamos de ser vacas que anhelan una vida diferente y aprendemos a valorar lo que tenemos.

-        Dejamos de ser loros chismosos y acusadores, siempre mirando para descubrir errores en los otros.

-        Dejamos de ser buitres aprovechadores de la bondad ajena o pavos cuestionadores de cada cosa…

-        Nos damos cuenta de que algo, dentro nuestro, clama por expresarse. Por volar más alto. Es nuestra identidad real, la naturaleza nueva que Dios nos ha dado, que ya no se conforma con vivir como el resto de las personas. En la serie "The Crown" vemos que Isabel asumió su llamado muy joven. Fue educada para ser reina de un país. Como tal, sabía que ciertas cosas comunes a todas las jovencitas, no convenían a su llamado. Y debía asumir el papel que le correspondía. Fue educada para vivir y servir a LA CORONA. La corona era más importante que su propia persona. (Instruye al niño…)

-        Como PRINCIPES,  hijos del rey de reyes, tenemos que asumir nuestro llamado. Vivir conforme a los requisitos expresados en la Palabra de Dios. Seremos reyes y sacerdotes, reinaremos sobre la tierra; somos embajadores ante el mundo, en nombre de Cristo. Nuestra posición en Cristo determina nuestro comportamiento en la Tierra. Vivamos con dignidad real. (No significa creernos más que los demás, sino comportarnos sabiendo quienes somos en Cristo y cuál es nuestro destino glorioso).

-        Jesús pudo decir “Padre perdónalos” porque sabía bien quien era él y quien su Padre.

-        Como Príncipes, la CORONA es lo primero: el Reino de Dios. Vivimos x el Reino. Vivimos para el Reino. El interés supremo de la vida es el avance del Reino, y la gloria del Rey.

-        Nuestra situación económica no define quienes somos. Nuestros títulos académicos tampoco. El lugar donde vivimos, tampoco.

-        DIOS DEFINE quienes somos:

o   Sus hijos amados

o   Sus hijos a quienes conoce por nombre y sabe de qué cosas tienen necesidad. (No hay lugar para la desesperación)

o   Sus hijos que no se afanan por las cosas de este mundo, sino se deleitan en su presencia.

o   Sus hijos, a quienes entiende, consuela, y provee de fortaleza.

o   Sus hijos, que descubren los regalos recibidos y los ponen al servicio del Cuerpo.

o   Sus hijos, que renuevan su mente día a día, conforme a su Palabra y viven de acuerdo a ella.

o   Sus hijos, que pueden elevarse sobre toda circunstancia, porque saben que Dios los lleva en sus brazos para atravesar cualquier río de dificultad.

o   Sus hijos, que entiende que es necesario menguar para que Cristo crezca y se manifieste a través de ellos a un mundo necesitado.

-        Somos más que águilas. Somos hijos del Rey. No debemos luchar para serlo.  Clamemos que sean abiertos nuestros ojos, para ver y vivir de acuerdo a este llamado supremo. Las cosas de este mundo no deben llevarse nuestro interés, ni nuestra salud.

-   Descanso y paz ya los tenemos. Sustento y abrigo también. No cometamos el error del hermano mayor de la parábola. 
Disfrutemos cada día de lo que nos ha sido dado ya, en Cristo.

-        Tenemos la autoridad real que nos ha sido dada por el Señor para dominar en la esfera espiritual donde nos toque desempeñarnos. El mundo está bajo el maligno, nosotros, bajo la autoridad del rey.

-        Honremos a Dios agradándole en todo. Y vivamos este 2024 en esa vida abundante que Cristo YA nos entregó.

H.M.G.

viernes, 1 de diciembre de 2023

INVERSIONES SABIAS

En estos tiempos, tal vez más que en tiempos pasados, hay una pasión por acumular. Acumulamos dinero, acumulamos objetos, acumulamos vestimenta y calzado. Y también acumulamos títulos. Es notable el despliegue de ofertas educativas de todos los niveles y colores que encontramos por ahí.


Cursos cortos, carreras largas, títulos intermedios... Me pregunto: ¿Qué mueve a las personas a querer capacitarse, generando tal cantidad de opciones?

¿Es acaso el deseo de conocer más, de ser más instruidos, de acrecentar el acerbo cultural?

¿Es la forma de desarrollar una vocación o cumplir sueños?

¿O es simplemente, el medio para conseguir un trabajo para vivir, o un ascenso para vivir mejor?

No digo que esté mal. Pero, en una reflexión personal, me permito pensar... ¿Cuánto del tiempo y el esfuerzo de los hijos de Dios está enfocado en capacitarnos, no ya en una carrera o profesión que nos permita vivir, sino en aquellas propuestas que nos permitan desarrollar los dones y ejercer el ministerio dado por el Señor? ¿Qué conciencia tenemos los hijos de Dios acerca de la eternidad? ¿Cuántos pensamos que esta vida es apenas el comienzo de lo que será toda una eternidad, cara a cara con nuestro Señor?

Si bien es cierto que la Palabra dice claramente: "El que no trabaja, tampoco coma"; si bien es cierto que para conseguir un buen trabajo el estudio es necesario, si bien es cierto que para ser sal y luz y permear nuestra sociedad con la vida de Cristo, debemos estar preparados para acceder a cada esfera... también es cierto que la obra de Dios debe ser llevada a cabo con sabiduría, con entendimiento, con idoneidad... y, obviamente, con el poder de Dios obrando poderosamente en nosotros. Sabiendo que el fruto es de valor eterno.

Jesús dijo: "No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Mas bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón". (Mateo 6: 19 - 21)

Pero, me sigo preguntando... ¿Será que en algunos de nosotros la vista se ha nublado, impidiéndonos ver más allá de esta vida? ¿Por qué nuestros esfuerzos se centran en las cosas de esta tierra? O, en el mejor de los casos… ¿Por qué creemos que sólo con la buena voluntad impactaremos a esta sociedad?

Pensemos juntos... Si para ejercer profesionalmente una persona debe capacitarse, más allá de sus condiciones naturales... ¿Es menos relevante servir al Rey de reyes y Señor de señores?

¿En dónde estamos acumulando tesoros?

¿Será que en el afán de labrarnos una posición en la tierra estamos olvidando que tenemos un llamado muy superior?

¿Dónde está nuestro corazón? ¿Cuáles son las cosas que más nos importan?

Cuando el Estado ha olvidado que Dios es "fuente de toda razón y justicia".

Cuando las familias han olvidado su rol de formadoras de vidas.

Cuando los niños están expuestos a abandonos, a abusos de todo tipo, a temores y dolores, la Iglesia del Señor es la que tiene en sus manos la oportunidad de comenzar a revertir estas situaciones y generar esperanza de vida.

¿Cómo lo hará, sino a través del ministerio que ejerzan los hijos del Reino, cada uno conforme a su llamamiento?

Ahora es el tiempo. Hoy es el día.

Hay un ministerio escondido.

No brilla. No reporta ganancia financiera. No catapulta a la fama.

No al menos en este tiempo terrestre.

Pero da dividendos eternos.

Y cambia el presente y el futuro.

Cambia vidas. Cambia familias.

Y tiene todas las posibilidades de generar una sociedad diferente.

Me refiero al ministerio de la enseñanza de la Palabra de Dios. No como alimento intelectual, sino como manual de vida. Para grandes, y para chicos.

Sería impensable que alguien que no sabe tocar un instrumento musical fuese designado para ministrar en la alabanza ejecutando música. ¿Verdad? Y me sigo preguntando… ¿Qué sucede a la hora de designar maestros de Escuela Bíblica, o Escuela Dominical, o Encuentros en las casas, Horas Felices o como queramos llamarlos? ¿Se puede trabajar efectivamente con niños, preadolescentes, adolescentes, jóvenes... y aún adultos, sin tener conocimiento de la manera en que una persona aprende, e incorpora a su vida las verdades eternas?

¿Qué nos hace pensar que nuestro Dios aceptará con agrado un servicio, a veces negligente, hecho con el mínimo esfuerzo y de manera rutinaria? O tal vez, un servicio hecho con todo el corazón y genuino amor a Dios y a las personas, pero con desconocimiento de los procesos pedagógicos necesarios para que la buena semilla caiga en buena tierra y de buenos frutos.

Y es que el amor a Dios debe ser expresado con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente (Mt. 22: 37) Nuestra mente debe estar dispuesta, para recibir la información. Y nuestro espíritu debe estar sumiso al Señor. Por eso, debemos tomar conciencia de la necesidad de entrenarnos y desarrollar las habilidades y conocimientos tocantes a cada ministerio.

Todo lo que hacemos en nuestras fuerzas, y para nuestro provecho personal, dará algún fruto en esta tierra. Pero todo lo que hagamos EN CRISTO trasciende este tiempo y entra en la eternidad. Porque Su reino es reino eterno. Y Su señorío, es de generación en generación.

¿Estudiar y ejercer carreras y profesiones para esta tierra? Desde luego que sí.

Pero la prioridad del Padre es proveerse de un pueblo que le ame, que le adore, que le sirva. Un pueblo que sea enseñado con sabiduría, que conozca la Palabra de Dios, y, sobre todo, al Dios de la Palabra. Un pueblo que manifieste en todo lugar el olor de su conocimiento (2ª Corintios 2:14). Y para esto, Él ha dado a su iglesia, entre otros regalos, maestros. Y hoy Dios está buscando maestros dispuestos. Maestros que le conozcan, que conozcan Su Palabra y que la transmitan y enseñen con gracia y verdad. Él sabe

que están; Él mismo los ha colocado en Su cuerpo. Pero busca a aquellos que decidan dedicarse con todo su ser a esta preciosa tarea. Y eso incluye la vivencia espiritual, la decisión de enseñar cada día mejor, la decisión de capacitarse más y más.

Ahora, me permito preguntarte: ¿Has sido llamado a edificar el cuerpo de Cristo de esta manera? Si es así, querido hermano, te animo a poner manos a la obra y avanzar en el poder del Espíritu edificando en el Reino de Dios. Tú y yo. Hagámoslo con sabiduría, inteligencia y diligencia. Para que cuando Él regrese, podamos salirle al encuentro con manos llenas de buen fruto, y no tengamos que alejarnos avergonzados.

H. Mónica Garbarini

miércoles, 29 de noviembre de 2023

AHORA ES EL TIEMPO

Es tiempo de aprovechar bien el tiempo.

Es tiempo de cumplir con el ministerio asignado. 

Es tiempo de capacitarse.



Abrimos la inscripción para el ciclo lectivo 2024


Puedes acceder al formulario de Pre-Inscripción, en el cual hallarás también los pasos para terminar de concretarla:

https://forms.gle/ayoJWbhgmbkwLZtYA


sábado, 25 de noviembre de 2023

 

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

Mateo 28: 18 -20

 

Las palabras de la Gran Comisión, expresadas por nuestro Señor antes de volver al Padre siguen vigentes en esta última hora.

El avance de las nuevas tecnologías, y por consiguiente el cambio social que vemos producirse, así como la transformación a nivel integral de cada ser humano, nos llevan a pensar en nuevas estrategias para el Ministerio de la Enseñanza. Vemos la imperiosa necesidad de formar a los educadores de La Biblia, a los que comúnmente se les conoce como Maestros de Escuela Bíblica. En este marco de Enseñanza-aprendizaje, es necesario reformularnos el concepto y la visión del significado “enseñanza – aprendizaje” y de cada uno de los aspectos junto a los protagonistas de esta acción.

Por siglos se ha encomendado la tarea de enseñar a las nuevas generaciones (nuestros niños), a personas llenas de gratitud al Señor, quienes asumían un rol tan importante sin tener la capacitación acorde a esta gran responsabilidad.

Nos enfrentamos hoy a la necesidad de, no sólo dar algún material de referencia, sino, por sobre todo, de formar sistemática y pedagógicamente a los maestros bíblicos, orientándolos en la transmisión de los valores de fe, obediencia y comunión, como ciudadanos y embajadores del Reino de los Cielos. Asimismo, capacitarlos para acompañar e involucrar a las familias en la misión educadora que Dios dejara para que los seres humanos vivan quieta y reposadamente en la tierra.

Es por esto que, como Maestros a las naciones, llamados a instruir y capacitar al pueblo de Dios, tomamos el desafío de comenzar una Escuela de Formación para todo aquel cristiano llamado a enseñar “todo el consejo de Dios”, (Hechos 20:27), para que puedan enseñar con fundamento bíblico y metodologías adecuadas,  a guardar todas las cosas que el Señor nos ha mandado.

 

 

 

Capacitación y Comodidad comienzan con C

Si buscas una razón... te damos tres: